viernes, abril 09, 2010

La mejor partecita para vivir feliz


Quizás si tengo que buscar una palabra para describirme en la infancia sería "traviesa". Nunca fui una persona mal intencionada, bueno quizás sí, pero un poco. Pero para mí todo era un juego. Desde pegarle un chicle al poster favorito de mí hermana en venganza. Hasta comer un helado a escondidas de mis papas.

Ahora al contar todas esas anécdotas, puede que suenen tiernas. Pero si hago esas mismas cosas ahora, ya no serían travesuras, sino que maldades. Y esa es la diferencia entre ser niño y adulto. Uno pierde ciertos beneficios y gana más responsabilidades. A mí me gusta seguir siendo niña. Me emociono al ver películas de monitos, espero al conejito de pascua con huevitos de chocolates, les doy el besito de las buenas noches a mis papas, me gusta jugar a ser artista y escucho canciones que hablan de lo que es ser niña.

Creo que es la esperanza la que mantiene vivos a los corazones y hace que aunque pasen los años, no nos sintamos viejos. O al menos ayuda en algo. No me gustaría llegar a vieja sin estas cosas. Me niego a perder la emoción, el asombro, los sueños y el amor. Porque siento que si no los tengo conmigo, no voy a ser yo.

Tengo claro que no puedo estancarme en la infancia, porque eso tampoco seria lo correcto, pero si puedo seguir viviendo con la misma esencia. Si hasta la ciencia lo dice, "Nada se crea, nada se pierde, sólo se transforma". Y eso hago yo, transformo mis sueños, mis metas, pero conservo las esperanzas de siempre.

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